Cada Semana Santa, en la ciudad de Encarnación, Gladys Cardozo se convierte en la protagonista de una tradición que trasciende el mero acto de cocinar: la elaboración de la chipa, el pan sagrado de esta época.


Para Gladys y su familia, esta costumbre representa mucho más que preparar un alimento; es un ritual que celebra la herencia cultural de Paraguay.


La receta de chipa que Gladys heredó de sus antepasados, con su distintivo almidón de mandioca, queso paraguayo y un toque especial de anís, no solo ha conquistado el paladar de su familia, sino que también ha ganado el corazón de todos quienes la prueban. Este acto de preparar chipa se convierte en una ocasión de reunión y alegría, en la que Gladys se dedica a compartir no solo el pan, sino también el espíritu de comunidad y solidaridad.


En la Semana Santa, su hogar se llena del aroma a chipa recién horneada, un aroma que para muchos en Encarnación es sinónimo de festividad, calidez y compartir. A través de sus manos, Gladys no solo mantiene viva una técnica culinaria, sino que también preserva una pieza clave de la identidad paraguaya, demostrando el papel fundamental que juega la gastronomía en la unión y la expresión cultural.


Para Gladys, la chipa es mucho más que un alimento típico; es un símbolo de amor, fe y la importancia de mantener vivas las tradiciones que definen a un pueblo. Año tras año, su compromiso con esta práctica no solo enriquece la Semana Santa, sino que también asegura que las nuevas generaciones comprendan y valoren este aspecto tan esencial de su patrimonio cultural.


En Encarnación, la figura de Gladys y su dedicación a la chipa son un claro ejemplo de cómo las tradiciones culinarias pueden ser una poderosa forma de conexión, no solo con nuestras raíces, sino también con aquellos que nos rodean, fortaleciendo así el tejido social a través de la simple, pero profunda, acción de compartir un alimento.