El Senacsa detalló que esta aprobación fue otorgada ya que la veterinaria local cumplió con todos los requerimientos del servicio veterinario israelí.


El Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa) informó que el Servicio Veterinario y de Salud Animal (IVSAH, en inglés), del Estado de Israel, remitió la aprobación del certificado sanitario, propuesto por el servicio sanitario nacional, para la importación de carne bovina con hueso desde Paraguay.


Así lo detalló el Senacsa a través de un comunicado donde señalaron que esta aprobación fue otorgada, ya que la veterinaria local cumplió con todos los requerimientos del servicio veterinario israelí. También aclaran que esta aprobación será socializada con las partes interesadas en Israel.


“Con esto culmina el proceso de homologación de la certificación sanitaria que permitirá el envío de las primeras partidas de carne bovina con hueso desde los frigoríficos habilitados por dicho mercado”, expresan desde Senacsa.


Días atrás, el presidente de la Asociación Rural del Paraguay (ARP), Pedro Galli, resaltó que el hecho de que el mercado israelí importe carne con hueso de Paraguay es más que importante por la credibilidad que dará al estatus sanitario local, teniendo en cuenta que, hasta el momento, todas las exportaciones de carne son sin hueso. “Es el primer mercado que apuesta y confía en nuestro estatus para habilitar la importación de carne sin hueso”, resaltó.


Si bien Israel no representa mucho en volumen, puesto que al cierre del 2023 tuvo una participación de solo el 4 % del total de exportaciones, Galli sostuvo que con la habilitación de carne con hueso se pueda recuperar en cantidad, ya que hace algunos años importaba el doble.


El presidente de la ARP enfatizó en que esto fue posible, ya que Paraguay es un país libre de fiebre aftosa con vacunación, por lo que desde el gremio siempre insisten en la necesidad de seguir inmunizando al rebaño, porque garantiza que los animales están protegidos, “lo cual conviene al país seguir con dicho estatus”.


Fuente: LA NACIÓN