El primer cardenal paraguayo Adalberto Martínez Flores, arzobispo metropolitano de Asunción y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), presidió la misa en honor a la Virgen de Caacupé


El primer cardenal paraguayo Adalberto Martínez Flores, arzobispo metropolitano de Asunción y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), presidió este jueves la misa del tercer día de novenario en honor a la Virgen de los Milagros de Caacupé, bajo el lema “El Espíritu Santo nos enseña a orar según la voluntad de Dios”.


En la celebración eucarística, realizada ante cientos de fieles en la explanada de la Basílica Santuario, Martínez reflexionó sobre la necesidad de actuar conforme a la voluntad de Dios, de ver y reconocer “el rostro sufriente de Cristo” en los más vulnerables, los pobres, los excluidos y descartados de nuestra sociedad.


“En el mensaje que nos entrega el Evangelio y que hemos meditado, podemos comprender cuál es la voluntad de Dios y que, guiados por el Espíritu Santo, necesitamos asumir en nuestra vida personal, comunitaria y nacional”, dijo.


Siguió su homilía señalando las toneladas de alimentos que Paraguay produce y exporta al mundo, pero que en contrapartida hay más de 400.000 paraguayos que pasan hambre, según estadísticas oficiales.


“Eso no está conforme a la voluntad de Dios. Si tenemos suficientes alimentos para alimentar al mundo, es un escándalo moral que cientos de miles de pobres extremos no puedan satisfacer sus necesidades básicas de alimentación”.

La crítica situación de sequía en el Chaco paraguayo

Adalberto Martínez sostuvo que es necesario tomar conciencia de que en el Chaco paraguayo muchos, sobre todo las comunidades indígenas, viven “en un inmenso territorio árido, de difícil acceso y con escasez de agua.


Cuando sus aljibes y los tajamares se secan, se ven obligados a caminar kilómetros para recoger y llevar un poco del vital líquido a sus hogares, describió. Agua que generalmente no es potable, es sucia, contaminada y apenas alcanza.


“Las familias pierden sus animales y pasan hambre. Nuestros hermanos más pequeños sufren graves privaciones de agua y de alimentos”, exteriorizó y reprendió el olvido que pesa sobre ellos.


“Están olvidados por el Estado y por la sociedad, en general. Si permanecemos indiferentes frente a esta situación, el Señor nos dirá: tuve sed y me dieron el vinagre de la indiferencia”, refirió.


La problemática de la tierra que desplaza a indígenas y campesinos

También puso énfasis en la problemática de la tierra que obliga a las comunidades indígenas y familias campesinas a una migración forzada. Lamentó el atropello de sus derechos fundamentales de techo y trabajo.


El cardenal no dejó pasar la realidad de muchas familias paraguayas que tienen a uno o más de sus integrantes fuera del país, con la esperanza de una vida mejor.


Puso bajo la lupa la difícil situación que deben soportar los compatriotas fuera de su terruño.


“Nuestros saludos y solidaridad con todos nuestros miles de migrantes compatriotas que viven en otros países, desarraigados de sus tierras, forzados a movilizarse buscando mejores horizontes económicos y viven en el exilio, muchas veces en condiciones paupérrimas, indocumentados y desempleados, explotados en sus ambientes laborales en el exterior”, denunció.


Fuente: UH